lunes, 11 de enero de 2010

¿Un final?


En una cabaña de los Montes Urales se encontraban un enamorado y su prisionera.
- ¡Dime donde esta ella!-la gritaba el enamorado.
Su prisionera atada a una silla ni se inmutaba.
Él sabía que seguramente no se lo diría, pero mantenía cierta esperanza. Necesitaba saber donde estaba su amor, ¿A dónde la habían llevado?
- ¡Dime donde la tenéis!-volvió a repetir aún mas desesperado.
Las luchas que se habían producido durante estos meses habían acabado así.
- ¿Y que gano yo si te lo digo?-pregunto la prisionera.
- Lo que quieras, pero por favor dime donde esta.-su voz se quebró y se desmorono, cayendo al suelo. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
La prisionera lo miraba.
- Sácame de aquí, llévame contigo.-le dijo ella.
Él asintió, ahora mismo accedería a todo.
- Esta en la colina de enfrente, en una ataúd bajo tierra.-contó la prisionera.
El enamorado no perdió el tiempo cogió un cuchillo que portaba la prisionera y salio hacia el encuentro de su amada.


Mientras en algún lugar de la colina una linda muchacha se encontraba atrapada bajo tierra, como consecuencia de haber intentado salvar a su amado. ¿Estaría él vivo? Lo ignoraba, pero algo si que tenía claro, que ella no podría vivir en un mundo que no estuviera él…y quizá él ya la habría abandonado, entonces recordó que portaba en uno de los bolsillos de su hermoso vestido una pastilla mortal. No tardo ni dos segundos en decidir que hacer. Introdujo la pastilla en su boca.
Poco a poco sus constantes vitales dejaron de funcionar.
Había fallecido.


No tardo en llegar a la colina y como un presentimiento supo donde estaba. Pero lo que encontró le rompió el corazón, en el ataúd había una chica fría e inerte.
La saco con sumo cuidado y la abrazo. Su corazón no latía.
- ¡Mi amor no, despierta, no me dejes!-grito al cielo con las lagrimas resbalándole por la cara.
El mundo ya no le importaba, ella había desaparecido de él, jamás volvería a abrir sus lindos ojos.
Se introdujo con ella en el ataúd y…bebió por última vez de sus labios, sabia que no seria el último beso entre ellos.
La sonrío como nunca y la susurro al oído.
- Espérame mi amor.
Segundos después su corazón también dejo de latir…

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